Creía que eras un enigma, que el hecho de no saber cómo conquistarte y de que me rechaces repetidas veces te hacía más interesante.
Como si fueras un desafío y te tuviera que descifrar, te miraba, estudiaba cada movimiento tuyo, intentando, ilusamente, conocerte, ver de quién era tu corazón, cuál era la verdadera razón para que no te entregaras a mi.