Aprendices visuales es una ONG, sin ánimo de lucro, centrada en el desarrollo de actividades y materiales de apoyo para la mejora de la calidad de vida de personas con autismo u otras dificultades de aprendizaje. No sólo se dedica a la realización de cuentos adaptados a pictogramas (también tiene, por ejemplo, un programa de exposiciones que pone en contacto a artistas con y sin autismo en un mismo espacio), pero nos centraremos aquí en ese aspecto de su actividad.
Esto es qué son, pero ¿quiénes son? La persona a la cabeza de este proyecto, a la que tuve la suerte de conocer recientemente, es Miriam Reyes Oliva. Miriam no es pedagoga, ni psicóloga, ni maestra de educación especial, ni logopeda… es arquitecta, y la prima de José. Y José, diagnosticado con autismo, es el verdadero origen de esta historia… Los mejores proyectos nacen de personas preocupadas por otras personas más que de profesionales interesados en un tema (sin menospreciar su labor, que fue la mia… yo sí soy pedagogo).
Antes de describir el proyecto, quisiera aclarar dos puntos:
- ¿Qué es el autismo?
- ¿Qué son y para qué sirven los pictogramas?
El autismo, o mejor dicho, el espectro autista (quizás la palabra más importante de las dos sea «espectro», dada la amplitud de formas que puede tomar este trastorno… básicamente, tantas como personas afectadas), se caracteriza (simplificando, por la necesidad que me impone el medio, más de lo aconsejable) en una alteración de la capacidad de abstracción. Esto, desde una perspectiva diagnóstica, se refleja en la aparición de dificultades en diferentes áreas (afectadas de diferente forma y en diferente grado en cada persona): las relaciones sociales (por las dificultades para entender las emociones o intenciones del otro), la imaginación (por lo que no suele darse el juego simbólico), la flexibilidad (por las dificultades para anticiparse a los comportamientos asistemáticos, dándose una necesidad de rutina en las tareas, y con la aparición de intereses muy restrictivos, que pueden llegar a verse como obsesiones), y la comunicación…
Pocas cosas aprendemos de niños tan abstractas como el lenguaje verbal. Se trata de establecer una relación entre una realidad y unos símbolos (o sonidos) que no se asemejan a esa realidad que representan, pero con la que aprendemos a relacionarlos. El lenguaje no verbal, de los gestos, tampoco es fácil, dado que representan emociones que, en sí mismas, son difíciles de entender… Por tanto, la comunicación con estos niños y niñas debe tomar, para facilitarse, una forma literal, mediante imágenes que representen de forma fiel la realidad, aunque, también, lo suficientemente simples y concretas como para que esa relación sea inequívoca.
Y eso son los pictogramas: simples representaciones gráficas de la realidad, concretas y fácilmente identificables.
Miriam sabía esto y necesitaba enseñar a su primo José a ir al baño, así que escribió un cuento, apoyado en el uso de pictogramas: El calzoncillo de José. José es el origen de esta historia, pero no su final…
Desde hace ya bastantes años, este tipo de estrategias, habitualmente en forma de agendas visuales (utilizadas para, mediante pictogramas, identificar actividades, tiempos, espacios…) se han usado en centros educativos y asociaciones con todo tipo de alumnos, y, especialmente, con personas con autismo. Estos materiales, en su forma comercial, son escasos y caros, así que, en su mayor parte, se construyen en las propias aulas… y se quedan en esas mismas aulas…
Miriam Reyes no se lo quedó para ella sola. Decidió compartirlo en internet, de forma gratuita y desinteresada, y así, y dado el impulso que le dieron los agradecimientos que recibió por su generosidad, comenzó Aprendices Visuales.
Y justamente eso, aparte del valor propio de la innegable calidad de su trabajo, es lo que hace especial al proyecto y admirable a la persona (que, con su contagiosa entrega, ha logrado que cada vez más personas se impliquen con ella en el proyecto, tanto familias, como profesionales, como muchos otros que, aún sin tener relación personal ni profesional con personas con autismo, han decidido poner sus esfuerzos en ello): el interés, del que muchos profesionales deberíamos aprender, de compartir para crecer…
Hoy, 5 años después, con ese cuento ya traducido a varios idomas, el proyecto ya ha recibido diferentes reconocimientos a su labor, ha crecido, ampliando los cuentos de la colección aprende, o con otro cuento, El oledor explorador, que supone el inicio de una nueva colección (la colección disfruta, por la que, además de preocuparse de lo que suelen hacerlo las agendas visuales, es decir, comunicar al niño o niña lo que queremos de ellos, les da algo que ellos quieren, algo tan básico, tan necesario, pero a veces tan olvidado en proyectos educativos, como es la diversión).
Y seguirá creciendo, estoy seguro, aunque será más fácil que lo haga cuántas más personas les ayudemos a hacerlo: colaborando con nuestro tiempo, informando sobre ello, con una donación o como socios, de tal forma que puedan tener los medios para ampliar su trabajo, o incluso con algo tan simple, fácil, rápido e indoloro como darle a «me gusta» y compartir su página de facebook…
Gracias a Miriam y a todos los que la apoyan, entre los que he querido incluirme aunque fuese con este pequeño aporte.
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