«No es una cuestión religiosa» se está convirtiendo, en según que temas, en el nuevo «pero» de los prejuicios.
Todos hemos escuchado uno de esos peros: «Yo no soy racista pero los gitanos no son de fiar» o «Yo no soy machista pero las mujeres no saben conducir»…
Hablamos mucho del daño que hacen ciertos prejuicios religiosos, pero quizás el mayor daño lo haga esa relación de ideas. Los ateos se han esforzado tanto (me excluyo de ese esfuerzo, aunque, si es necesario para contextualizar este pensamiento, quizás deba aclarar que yo no soy creyente) por defender que Dios no exista en base a la ciencia, que hemos llegado a pensar que son cosas contrarias: Religión y ciencia. Y eso lleva a una conclusión precipitada sobre la idea de que, si lo que dices no está basado en dogmas de fe, entonces, necesaria e indudablemente, es cosa lógica.
Ya no hace falta más razón para justificar una idea, sin necesidad de apoyarse en otro tipo de argumentos, que la exclusión del factor religioso: «No es una cuestión religiosa, es que la homosexualidad es una aberración»…
De repente, unas supuestas biología, genética, antropología, o, incluso, matemáticas (con el regreso de los ejercicios que hacíamos de niños sobre el número de manzanas… o de peras) sirven como justificación para cualquier cosa, sin necesidad de mayor argumento que la mera mención de estas ciencias y, claro está, la aclaración de moda: «no es una cuestión religiosa»… Y es cierta esa última parte: no lo es. La estupidez nunca ha sido exclusiva de ninguna confesión.
Ante los últimos avances de la situación de la adopción internacional en Rusia y el convenio firmado con España (por cierto, y disculpándome por el paréntesis, aún estoy intentando salir de mi asombro por el hecho de que el enlace de mayor objetividad que haya encontrado sobre esta noticia, sea el de El Mundo… Una prueba más de que no hay que dejarse llevar por prejuicios), se pueden leer comentarios que justifican las decisiones de Rusia en el hecho de que sea un Estado laico, de nuevo con el «si no es por religión, es verdad».
Cierto es que la primera respuesta que, de forma refleja, podría darse a este comentario, es que ser un Estado laico y «absolutamente antirreligioso» no es exactamente lo mismo, y menos con un presidente que alimenta la posibilidad de pensar en una relación entre su postura ante la homosexualidad y la religión, promulgando, justamente el mismo día, una ley contra la «propaganda homosexual» y otra de protección ante «las ofensas a los sentimientos religiosos»…
Pero que Putin haga esa relación de ideas, inluso la posibilidad de que en él (cristiano ortodoxo) se cumpla, no quiere decir que yo tenga que hacerla necesariamente extensible.
Lo cierto es que yo he conocido muchas personas religiosas (e, incluso, muy beatas) que sólo siguen 2 dogmas: amar a Dios y amar al prójimo (entendido como todo áquel que esté a su alrededor, no como todo el que se parezca a ellos), y ni siquiera necesariamente en ese orden… Al igual que he conocido a mucho ateo que jamás se ha tomado la molestia de pensar por sí mismo, habiendo ya quien le dice cómo hacerlo…
Religión y razón no son contrarios, ni excluyentes, ni exclusivos. Puedes ser cristiano, judio, musulmán, agnóstico, ateo… pero, simplemente, no seas imbécil.
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