Límites en la búsqueda de empleo: ofertas lícitas vs explotación

Buscar trabajo es un trabajo (valga la redundancia) arduo, complejo y, a veces, un tanto confuso. Sobre todo, cuando no buscas una mejora profesional precisamente, sino un trabajo… el que sea.

Esa imprecisión, esa intención (totalmente lógica, y más en tiempo de crísis) de trabajar «en cualquier cosa», es usada por muchas empresas para ofertar puestos de trabajo que son exáctamente eso: «cualquier cosa».

Por ello, es necesario establecer una serie de criterios básicos a la hora de discriminar lo que es realmente una oferta de trabajo de lo que supone una forma moderna de esclavitud.

1) Las cosas claras.

Aparte de ir a repartir currículos o preguntar a conocidos, una de las estrategias más habituales en la búsqueda de empleo es la consulta de portales dónde encontramos todo tipo de ofertas. A veces, estas ofertan resultan un tanto crípticas.

Se suele considerar comprensible (en algunos casos, no siempre), que la empresa no de, por ejemplo algo tan básico como su nombre. Yo no lo veo tan comprensible, pero vamos a dejarlo pasar. Ahora bien, no es posible ni siquiera considerarlo como una oferta, si no se describe el puesto.

Una descripción del puesto de trabajo no es «Buscamos gente joven y con ganas de trabajar para gran oportunidad». Una descripción del puesto incluye, necesariamente, funciones, requisitos, horarios, remuneración y tipo de contrato.

2) Contrato.

Lo ideal es que el contrato se adapte, realmente, al propio del puesto. No podemos hablar aquí de todos los tipos de contrato, pero, haciendo una distinción básica, sí merece la pena diferenciar entre contratos laborales o mercantiles.

Un contrato mercantil es el que una empresa puede establecer con un profesional autónomo para aprovechar sus servicios, sin el alta en la seguridad social que supondría un contrato laboral. Pero estos contratos mercantiles no son, o mejor dicho, no deben ser, sustitutos baratos de los laborales.

Uno de los requisitos básicos de estos contratos mercantiles es la autonomía en el desempeño de la labor. ¿Qué quiere decir esto? Pues, por ejemplo, como comercial (un sector especialmente castigado con este tipo de prácticas dudosas), si te ofrecen vender un producto o servicio por una comisión, cobrando sólo la comisión (ningún sueldo base), normalmente sin un objetivo mínimo, sin un horario definido, sin una zona de acción más concreta que tu ciudad… es decir, que lo vendas cómo te de la gana… tiene sentido un contrato mercantil.

Pero decirte que tienes que estar a las 8 de la mañana en la empresa para acompañar a tu coordinador a una ruta por dónde él te diga y no darte de alta en la seguridad social es denunciable.

3) El tiempo es oro.

Buscar trabajo, sin duda, requiere tiempo, pero ¿cuánto tiempo tiene sentido invertir en aspirar a un puesto en particular?

En este punto los límites son un poco más flexibles y debemos definirlos de forma más personal. Pero eso no quita que pongamos unos límites.

Lo que puedo exponer en este sentido, y a modo de ejemplo, son los límites que pongo yo hoy por hoy.

¿Tiene sentido una prueba no remunerada de trabajo (por ejemplo, y de nuevo como comercial, salir a la calle a ofrecer el producto)? Si antes de esa prueba se me han explicado de forma detallada las condiciones del puesto, el método de trabajo, los criterios de selección y la forma en que se me remunerará, en su caso, un resultado positivo (una venta, vaya) en ese tiempo, y si esa prueba es inferior o, como mucho, igual a una única jornada de trabajo, puede.

Si no sé ni para qué lo estoy haciendo, no. Y si pretenden tenerme trabajando gratis una semana entera, para probar mi valía, menos.

Por otro lado, la formación inicial para un empleo es importante, y supone un beneficio claro para la empresa tener trabajadores bien formados. Por ello, es la empresa la que debe invertir en esa formación, en la que el empleado/alumno lo que debe poner es atención y esfuerzo.

Formarse para un trabajo es parte del trabajo y debe ser reconocido como tal, aunque, como decía, en este aspecto se puede flexibilizar hasta cierto punto…

¿Estoy dispuesto a hacer una formación selectiva, no remunerada, de uno o dos días? Si se cumplen los requisitos que comentaba antes, en el caso de la prueba, sobre la información previamente recibida y pagan, al menos, los gastos derivados (dietas), quizás.

¿Estoy dispuesto a hacer una formación inicial de larga duración (3 o 4 semanas, por ejemplo) que sólo sea remunerada bajo ciertas condiciones? Depende de las condiciones.

Si una empresa me ofrece una formación de estas características, dentro de la cual, tras dos días de curso, se hace una primera selección, tras la que, si continúas, lo haces ya dado de alta y cobrando tu sueldo (porque, como decía, formarte para tu trabajo es parte de tu trabajo, y debe ser considerado como tal), la respuesta es la misma que en el caso anterior.

En cambio, si una empresa me ofrece estar un mes de formación selectiva, no remunerada, en la que sólo cobro las dietas, e, incluso eso, condicionado a superar, ya no parte de la formación, sino la formación entera y un primer mes de prueba ya en el puesto, sólo el hecho de haber ido a la entrevista para verme obligado, en esas condiciones, a renunciar de forma definitiva a cualquier trato con esa empresa, supone una pérdida de tiempo imperdonable.

Y, por supuesto, si la empresa pretende venderme que esa formación servirá para engordar mi curriculum, aunque, finalmente, no sea seleccionado y no cobre nada, ni siquiera escucho las condiciones. He conocido a gente que lo hacía, pero no pongáis eso en el curriculum. Sólo estáis diciendo «me presenté a un puesto de trabajo y no me quisieron»…

Es una cuestión compleja, pero lo importante, como decía, no es tanto hasta qué punto queráis flexibilizar, sino el no perder de vista lo que consideréis justo (o, por descontado, lo que legalmente se defina así).

Por ello, la conclusión de todo esto es la necesidad de prefijar unos límites, y, aunque el proceso de búsqueda de empleo sea cansado y, en ocasiones, desesperante, no fallar a esa idea previa, o, dicho de otra forma: Vended lo que haga falta, pero no os vendáis a vosotros mismos.

15 Comentarios

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  1. Un post que le vendrá bien a varios amigos, me gusta el hecho de poner límites porque eso nos otorga una confianza adicional que, aunque no parezca, es «vendedora», es un círculo virtuoso porque más confianza tenemos, más poder de negociacion logramos, mejores resultados obtenemos. Un abrazo. Gracias por compartir.

  2. Hola tocayo,

    yo también he llegado a tu blog a través del juego de Carlos Bravo, pero me ha encantado el post que has escrito y pienso recomendárselo a varios amigos que les vendrá muy bien.

    saludos

  3. Buenas, Andrés,

    he venido por Marketing de Guerrilla y sí, estoy de acuerdo contigo en todo lo que planteas. Hoy mismo escribía un artículo sobre LinkedIn, pero el caso es que tanto esta como InfoJobs u otras empresas gestoras de búsqueda de empleo deberían ser más robustas en cuanto a los requisitos, y los usuarios deberíamos poder denunciar las «ofertas laborales» vagas.

    Hace un año salí de la rueda del mundo laboral porque cuando en una empresa ganar 20.000 euros brutos como ingeniero es «excesivo» y el sueldo comienza a recortarse para jornadas de 10 horas, algo anda mal. Y cuando me puse a buscar me di cuenta de que estaba todo patas arriba en la búsqueda de empleo, y que buscar trabajo era un trabajo en sí. Si te interesa, escribí esto antes de verano: «El coste de buscar trabajo sin trabajo» http://pensamientolateral.org/el-coste-de-buscar-trabajo-sin-trabajo/

    Poco después encontré una empresa que me dio formación de dos días (sin pagar nada, ni siquiera dietas), tras la cual nos cogieron a varios. El trabajo no era para nada como se nos había pintado, y al tercer día estaba fuera. Eso sí, me los pagaron, aunque con retraso.

    Me ha parecido un buen artículo. Considéralo compartido
    Por cierto, el tema de escribir con blanco sobre un fondo de color suele espantar al lector. Yo he tenido que copiar tu artículo a un Word para leerlo ^^
    Te aconsejo algo más suave.

    Saludos

    • Ya había pasado hoy por tu blog y pasaré de nuevo a leer esa entrada. Gracias por el consejo del diseño del blog. Llevo tiempo planteándome cambiarlo, aunque aún no sé bien cómo lo haré (por el momento, ya te he hecho caso con un cambio sutil: la letra ya no es tan blanca). EDICIÓN: Venga va, que ya me lo ha dicho más gente: cambio de diseño :)

  4. ¡Buenas tardes Andrés!

    He llegado a ti a través del juego de Carlos Bravo y me ha resultado un post muy interesante. Si no te importa voy a pillarte el link y colgar el artículo en la página de Facebook que creé ya que puede ser muy útil para los pocos lectores que tengo.

    Respecto al contenido no puedo estar más de acuerdo con las opiniones. Vivimos en una época que muchos contratantes siguen aprovechándose de las personas que se encuentran en una situación de desempleo. Uno de los problemas que veo es que la persona que se encuentra sin empleo sigue siendo percibida como alguien que no quiere trabajar. Trabajo hay, dicen los que finalmente son contratados. Pero la realidad es que hay menos y en unas condiciones denigrantes en muchas ocasiones.

    Tener muy claro los objetivos y prioridades que tengamos será determinante para que no acabemos perdiendo el tiempo.

  5. He vivido y sigo viviendo lo que planteas en carne propia. Soy redactora, trabajando por ser freelance y vivir de ello, y estoy convencida de que lo más difícil es lograr que la gente valore tu trabajo y te pague por ello lo que consideras justo. El detalle es que,si muchos otros aceptan pagos irrisorios es muy difícil competir con ello…
    En fin, cada uno con su circunstancia, es cierto que yo tengo el «colchón» de que vivo de hacer otra cosa (otro trabajo que detesto, por cierto) y puedo por ello escoger mientras tanto. Pero otros no tendrán esa alternativa. Me autoanimo diciéndome que hay que perseverar y tener paciencia. Espero que el tiempo me de la razón
    Saludos!

  6. Buen post, yo he batallado también para conseguir ofertas buenas de trabajo, solo publiacan lo que sea.

  7. Una buena reflexión, sin duda. Sobre todo, lo más importante es aprender a valorarse uno mismo para que los demás nos valoren

    ¡Saludos!

  8. ¡¡Buenas tardes, Andrés!!. ¡¡Cuánta razón tienes en esto de establecer ciertos límites!!. Sin embargo, la realidad social, empresarial, y el pensamiento colectivo imperante, no comparten (¡¡por desgracia!!) la vertiente de mantenerse en una postura ética, moral y PROFESIONAL, a la hora de acceder a un puesto de trabajo.

    La necesidad y deseperación afectan tanto y de tal manera a la estima propia del que se ve haciendo equilíbrios y milagros en la cuerda floja; sin recursos y con multitud de facturas a las que hacer frente, que se dejan a un lado los principios y escrúpulos, la formación, cualificación y vocación, y se acaba por aceptar «pulpo como animal de compañía».

    La competitividad para optar a un puesto «miserable» es feroz; sueldos irrisorios, horarios infernales y estratosféricos, claúsulas «abusivas»… ¡¡No importa!!, los empresarios saben que habrá «navajazos y tortas»… Y si no agachas las orejas, te callas, lo sufres y aceptas… cualquier otro en situación similar, cansado ya de buscar y «pelear» por un trozo de pan, lo hará…

    Porque lo que dicen y sostienen es que «lo que pasa es que no queremos trabajar»; que hoy en día hay que aguantar y tragar, aferrarse como una garrapata a una oportunidad, sin rechistar, sin acaso plantearse que en verdad se trata de una oportunidad para que la empresa ejerza sin remordimientos su dominio y tiranía sobre el resto de tu vida…

    En fín, se trata casi de un debate sociológico que daría para muchas reflexiones y «rebeliones», y que yo abordo en un artículo de mi blog (Nacidos en los setenta, la generación de los sueños rotos), desde una perspectiva intimista, un tanto amarga y nostálgica; personal y analítica del devenir actual.

    ¡¡Gracias, no obstante, por tratar de defender la necesidad de establecer «fronteras» , y «frenos» frente al abuso en la contratación!!.

  9. Como dice Alejandro, las circunstancias de cada uno mandan, pero yo abogo por dignificar el trabajo y reivindicar los derechos, no aceptar trabajos ni condiciones que vulneren esos derechos y esa dignidad. En muchos casos se está utilizando la crisis como excusa y no deberíamos contribuir a ello. Un saludo

  10. Las reflexiones que haces en el post me parecen muy adecuadas…es evidente que no podemos permitir que se aprovechen de la necesidad de los demandantes de empleo.

    Por otro lado, he de decir que he hecho entrevistas (precisamente a comerciales) y aunque si te las preparas bien creo que puedes tener una idea básica de cómo se va a comportar la gente en el entorno laboral, la realidad no la ves hasta que la persona lleva trabajando un tiempo.

    Como en todo, sentido común, equilibrio y moderación. Y en caso de duda siempre ponerse del lado del trabajador, que generalmente es la parte más débil!

    • Aunque lo hago con casi dos años de retraso, revisando la entrada, me encuentro la nacesidad de responder a este comentario. Entiendo esa dificultad de tener que «adivinar» si un empleado funcionará, pero, al montar un negocio, debes tener claro que debes correr ciertos riesgos. Piensa que el candidato o candidata, tampoco sabe como de real era la descripción del puesto hasta que empieza en él. De todas formas, ante esas dudas en la selección, también puede ser oportuno externalizar la selección, para contar con la ayuda de profesionales con muy buen ojo para saber si en el puesto se trabajará tanto como en la entrevista, como los de una empresa de trabajo temporal o, en el caso de comerciales, de fuerza de ventas.

  11. Por desgracia o gracias a dios, depende de la situación en la que te veas hoy en dia aun sigue siendo muy importante tener buenos contactos para conseguir ese empleo que deseas.

    Da igual que seas un poco mejor o peor, lo importante es conocer a la persona adecuada en el momento adecuado.

    • Bueno, los contactos ayudan, aunque siempre he creido que los contactos más útiles no eran aquellos a los que les de igual que seas mejor o peor (primas o cuñados), sino los que han llegado a valorarte por cómo eres en tu trabajo (compañeros de estudio con los que compartiste buenas ideas, antiguos compañeros de trabajo que valoran que contigo sea fácil trabajar en equipo…)




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