Operación Dulce es una novela de espías… o de amor, o de literatura, o de política… una visión masculina de la vida de una mujer, o una visión femenina del mundo…
– Me llamo Serena Frome (rima con plume) y hace casi 40 años me encomendaron una misión secreta del Servicio de Seguridad británico. No salí indemne.
Así empieza esta novela, con la promesa de una apasionante historia en una enrevesada trama de espionaje. Este libro está lleno de promesas incumplidas, que, lejos de convertirse en decepciones, son la forma en que el autor mantiene al lector en una tensión constante en la que siempre cree que va a pasar más de lo que pasa, pero se sorprende por aquello que nunca hubiese esperado.
Su final (que, obviamente, no describiré aquí), por ejemplo, más que como un golpe de efecto, podría definirse como una patada en el trasero. Uno de esos finales verdaderamente conclusivos, que te arrancan de raiz todo lazo emocional con la historia, que te dejan con la misma sensación de vacío que de saciedad. Pero, antes de eso, construye unas raices fuertes, por las que, poco a poco, nos vamos introduciendo en la vida de Serena Frome, en su mente, en sus rutinas y en sus emociones, en su corazón, en su cama, en sus lecturas…
Porque Serena lee, y mucho. Relatos que nos sacan de la trama principal, aunque nos hacen intuir una relación que no entendemos del todo en el momento, y que se irán conviertiendo en más importantes que la vida real de la protagonista.
La protagonista es reclutada por el MI5 (responsable de las actividades de espionaje en el interior de Inglaterra), en plena Guerra Fría, tras estudiar matemáticas en Cambridge. Aunque no lo es por sus conocimientos, ni por su inteligencia, pese a ser notable. Su trayectoria tiene más que ver con las casualidades, o aparentes casualidades, con relaciones inadecuadas que llevan a otras más inadecuadas aún. Apenas controla la acción, aunque nos la describe tal cual ella la percibe, o eso parece…
Está llena de apariencias esta novela editada por Anagrama (2013), de promesas, de desengaños, de mentiras, de traiciones, incluyendo las que nos proporciona el mismo escritor, Ian McEwan (Niños en el tiempo, Amsterdam, Expiación…).
Una novela rica en recursos, divertida, emocionante… y, sin duda, recomendable. Si sois de los que sólo encuentran tiempo para leer en vacaciones, no vayáis a la playa sin coger esta novela, y si vuestros hábitos de lectura son tan constantes e incansables como los de la propia protagonista (tres o cuatro libros por semana), apenas ni tendréis que usar un marcador de páginas, pues podríais tener la tentación de leer sus casi 400 páginas de una sentada, aunque, si lo usáis, vigilad que no os lo mueva un espía descuidado al registrar vuestro hogar…
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