En capítulos anteriores…
– Rita estuvo ingresada en un centro psiquiátrico por depresión. Sus padres murieron en un incendio, se quedó sin trabajo… e intentó suicidarse.
– La encontró Ángel (uno de sus vecinos junto con Joel: un tipo muy follable) y llamó a las amigas que Rita hizo en el centro: Renata (bipolar, o algo así, entre otras cosas… bastante loca, en resumen), Rebeca (que acababa de romper con su novio, Joaquín) y Ruth (alcohólica).
– Las 4 chicas se montaron una sala de conciertos/bar/hostal (La Charade).
– Rita, que tiene algo indefinido con Ángel, encontró a Rebeca en la casa de sus vecinos la mañana después de una juerga.
– En la inauguración oficial de La Charade, se presentaron Joaquín (ex novio de Rebeca), Herminia (enemiga íntima de todas las chicas desde su paso por el centro) y un chico preguntando por Rita.
– Y, ¿por dónde íbamos?… ¡ah! si…
Rita: … ¿no lo hueles?
Me alejé sin decir nada más para comprobar de dónde venía el olor (como a quemado) y el rastro (soy un poco perra, ya lo sabéis) me llevó a la parte del hostal… Al abrir la puerta me encontré lo último que podría haber esperado, aunque también lo que faltaba para completar esa extraña noche… creo que no he estado más asustada en mi vida… me cuesta mucho contar esta parte…
Ruth: ¿Lo cuento yo?
Rita: Vale
Pues nada, estaba yo ahí sola con la puta de la Herminia metiéndome el rollo, pimpampum, y cagándome en los muertos de Rita por dejarme sola, cuando llegó Rebeca y me pregunta por Rita, que tenía que hablar con ella. Y nada, le digo yo «¿para qué?» y me dice que por lo de Joel, y yo «¿qué pasa con Joel?«. «Pues que me lo tiré y como Rita no para de decir que le parece follable, creo que se ha mosqueado conmigo«. «Tía, tú eres tonta, que cree que te has tirado a Ángel y eso sí que le jode, que no te enteras de nada, que así es tan fácil distraerte» (por lo de Joaquín, que había pasado por allí). «¿Distraerme de qué?» (Ups, patón)… cuando de repente escuchamos un pedazo de grito que te cagas y tiramos para el hostal y allí nos vemos a Rita histérica con el extintor en la mano apuntando a un fuego en el pasillo (y al pasillo entero, que tampoco es que apuntase mucho) y a Renata en una esquina balbuceando y meneándose en plan autista mientras nosotras con cara de «What The Fuck?«…
Rita: ¡Dios! ¡Qué ritmo narrativo! ¡Cuán elegante tu retórica!… Ya sigo yo.
Ruth: Zorra.
Rita: Gracias, «pimpampum»
Pese a la falta de estilo al contarlo, en efecto, fue así. Cuando apagué el fuego, me dirigí a Renata para lograr una explicación de lo ocurrido… Pero sólo decía sin sentidos «lo bonito siempre muere, arde, yo lo quemo, como todo lo bueno: el bar arde, el centro arde, Rita tiene una casa muy bonita…» (ya os contaré lo que sé de la historia del final del centro, pero siempre hemos pensado que Renata tuvo algo que ver). No sé si por humor histérico o por miedo real, me dio por responderle que mi casa en realidad es bastante fea. «Esa no, la de antes, la de tus padres…«
¿Qué?… Di muchas vueltas a esa respuesta en los siguientes días, pensando si quería o no saber cuánto eran delirios y cuánto confesiones… pero entonces no podía pensar en eso…
Rita: Ruth, ve cortando la música, ya es hora y tenemos que acabar la fiesta. Rebeca, llama a la madre de Renata: ella sabrá que hacer en estos casos.
Me quedé esperando a que Rebeca volviese con instrucciones, al lado de Renata, sin esperar el desfile de complicaciones que me esperaba en ese lugar…
Primero llegó Herminia:
– Eeeeey, ¿que ha pasaaado?, ¡me vais a comer tanto el coño que me asusta!
No, no se puso borde de pronto. Herminia, entre otras cosas, tiene un extraño síndrome de tourette, especialmente afectado, diría yo, por su afición a ver videos de Loulogio (el de la batamanta) en youtube… Renata no reaccionó bien a su presencia, pero eso al menos me sirvió para echarla rápido.
Luego regresó Ruth:
– Ya se había ido la mayoría de la gente y he echado al resto amablemente. Ahora ha llegado el de las cervezas: las está guardando, pero necesita tu firma. La madre de Renata está en camino. Paco puede quedarse a cerrar todo. Lo malo es que el chico que preguntaba antes por ti dice que no se va a ir hasta que hable contigo… ¿tú no eras hija única?
Rita: ¿Qué?… Sí, ¿por?
Ruth: porque dice que es tu hermano…
Rita: ¿Raúl? ¿Qué quiere? Ni siquiera le conozco… Dale mi número y que me llame otro día.
Ruth: Lo intentaré… Ángel también sigue por aquí… viene detrás mía.
En efecto, venía.
Ángel: ¿Qué ha pasado?
Rita: Que pregunta tan original…. Renata tiene una crisis.
Ángel: Aunque las cosas sean incómodas desde el otro día (he notado que me evitas), cuenta conmigo, ¿puedo ayudar en algo?
Rita: Sí, yéndote. Y tranquilo, me da igual lo que hagas con Rebeca. No te estaba evitando.
Ángel: ¿Qué he hecho yo con Rebeca?
Rita: No es el mejor momento, ¿vale?… y tú sabrás, yo sólo la vi desayunando en tu casa la mañana después de la preinauguración.
Ángel: Sí, así me la encontré yo, después de dejarte en TU cama… no te acuerdas, ¿verdad?
Rita: ¿Qué?… ¿mi cama?… eeeh… luego me lo cuentas, Ángel, de verdad, no es el momento
(¿En MI cama?).
Se fueron los que debían irse y llegó también quien debía.
Ruth cogió el coche para llevarse al hospital a Renata, junto con la madre de ésta, Rebeca y Erny (el portero). No cabíamos todos en el coche y yo tenía que firmar al de las cervezas (y quizás tomarme una antes de hacer nada más, para evitar el infarto).
Así que le dije a Francisco que ya cerraba yo, esperando quedarme sola un rato antes de ir al hospital… ¿andando?
Rita: ¿Dónde firmo?
Ale (el de las cervezas): Aquí. Perdona, por el grupo que acabo de ver salir (Renata y compañía) creo que no te pillo en buen momento…
Rita: No te preocupes, no es culpa tuya… aunque sí es malo… y encima no tengo cómo irme… perdona, no quiero darte el coñazo. Por cierto, me llamo Rita.
Ale: Encantado. Yo me llamo Ale, tengo una furgo y ya no trabajo más esta noche. ¿A dónde quieres que te lleve?
Rita: ¿De verdad? ¡Muchísimas gracias!… Aunque ¿te importa si me tomo una cerveza antes de irnos? Soy una abusona, lo sé.
Ale: La mía sin alcohol, que ahora conduzco…
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