07:30 am. Me despierto al lado de Ale en mi habitación. Él se queda en la cama un rato. Voy a ir al baño, pero Ruth me lo impide:

Ruth: ¡Llego tarde al trabajo!
Rita: Sólo tenemos una ducha (el baño de abajo es más bien un aseo) para 4 personas, así que date prisa
Ruth: ¿quién es el guarro que no se ducha?
Rita: ¿cómo?
Ruth: Somos 5. Rebeca, Raúl, Ale, tu y yo.
Rita: Ale no vive aquí.
Ruth: Ajá… claro… pero se ducha.

08:00 am. Bajo a desayunar. Raúl está ahí sin hacer nada. Yo tengo que ir a la Charade para acompañar a Francisco. Lo malo de tener un hostal en el bar es que se trabaja 24 horas, y en eso somos 2 personas (los demás sólo trabajan de noche). Quiero volver a la cama con todas mis fuerzas y me sale solo:

Rita: Raúl, «hermanito», ¿cuánto piensas quedarte?
Raúl: ¿Hasta que me eches?… No lo sé, no tengo donde ir, pero estoy un poco harto de dar pena. Buscaré un trabajo y empezaré a pagarte al menos, o a buscar otro sitio, si lo prefieres.
Rita: Me vale con lo primero. No te voy a echar: la casa también era de tu padre en cierta forma… Resume tu curriculum.
Raúl: ¿Eh? Pues tengo formación artística, he trabajado de reponedor, comercial y cosas así, y durante bastante tiempo de cuidador en una asociación de parálisis cerebral…
Rita: ¿Lo de cuidador incluía hacer camas?
Raúl: mmmm… sí
Rita: Suficiente. Ve arreglándote, que empiezas a las 9:00. Francisco está allí hasta las 12:00. Dile que te enseñe lo básico y a esa hora llegaré yo para seguir formándote…. Me voy a la cama.
Raúl: Ok… Gracias… Oye, ¿Ale paga alquiler?
Rita: Ale no vive aquí.
Raúl: Ajá… Claro…

11:00 am. Vuelvo a despertarme. Ale sigue ahí. Voy al baño y ya no tengo claro cuál es mi cepillo…

12:00 am (¿o pm? al mediodía siempre me lio). Llego a la Charade… Así funcionamos:

Francisco trabaja en el turno de noche en el hostal. De domingo a viernes (ambos incluidos… los sábados me quedo yo) llega a las 03:00 y se va a las 12:00 (con esa cantidad de horas, la mitad de ellas nocturnas, al final gana el doble de lo que saco yo por beneficios). Yo llego a las 09:00 (ya no… va a ser bueno tener un hermano) para organizar con él lo que haga falta del hostal y del bar, que también me ayuda con pedidos, cuentas, etc., a las 16:00 cierro todo (más que un hostal es como un motel de carretera de esos americanos pero sin – demasiados – psicópatas: es para quedarse una sola noche y dormir – o lo que sea -, pero ya, aunque con Raúl quizás podamos cambiar eso). Organizo algunas cosas del bar y me voy a las 18:00 pm. Vuelvo a las 22:00, con Ruth, para abrir el bar y estoy allí hasta las 04:00 (hora de cierre del bar… y sí, habéis calculado bien: duermo en torno a 3 horas diarias…). Antonio y Andrés se turnan (se organizan ellos y ya nos lo cuentan después) para estar con Ruth (que con las 8 horas previas de comercial, tampoco duerme mucho) en la barra entre semana. Los fines de semana vienen los dos. Erny y Alfonso sólo trabajan jueves (por turnos), viernes y sábado (juntos), de 22:00 a 04:00, los mismos días que Clara, aunque ella sólo hasta las 02:00. Rebeca sólo viene cuando hay concierto para organizarlo todo y para cubrir cuando alguien (que nunca soy yo, pero debería) se pide un día libre. Renata trabaja, sobre todo, desde casa, aunque también da apoyo en los días más fuertes.

Antes de que Francisco se fuera, le pregunté por cómo se desenvolvía Raúl.

Francisco: Es como tú pero con rabo.
Rita: Eso ha sido desagradable… pero supongo que bueno… Oye, ¿tú que tal estás?, que siempre hablamos de trabajo…
Francisco: Bien
[…]
Rita: eres taaaan expresivo…
Francisco: Y ¿Ale qué tal? Desde que vive contigo viene menos al bar y no le veo.
Rita: Ale no vive conmigo.
Francisco: Ajá… Claro…
[Rita en modo «pokerface»]

A las 18:30 estoy en mi casa (¿nuestra casa?… en casa). Ale sigue ahí. Su cepillo también… Y su ropa, y su ordenador, y su puñetera consola…

La noche pasó tranquila. Hoy le tocaba a Antonio y aproveché que con él me siento cómoda para descargarme y contarle mis penas.

Antonio: Sólo estás algo estresada, pero es normal.
Rita: Sería lo único normal en mi vida.
Antonio: Bueno, últimamente estás bajo mucha tensión, tus amigas/socias tienen menos tiempo que tú, con sus otros trabajos, y a ti te ha tocado cargar con todo, sin ni siquiera poder detenerte a pensar en lo que a ti te puede preocupar, pero es solo una fase, todo se estabilizará y podrás empezar a disfrutar de las cosas buenas que también te pasan… Y estoy orgulloso de ti, ¿sabes?
Rita (sonriendo por primera vez ese día): ¿Por?
Antonio: Porque sé que has tenido varios intentos de acabar con todo, pero la mujer que yo he conocido sé que nunca lo haría, porque es fuerte, porque quiere muchísimo a las personas que la rodean, y sabe que ellos la quieren, y porque puede con lo que le echen.
Rita: No estoy tan segura, pero gracias.
Antonio: Y si me necesitas, sólo dímelo e intentaré ayudarte a que te dediques un poco a ti misma.
Rita: Tampoco hay mucho de mí misma de lo que ocuparme…
Antonio: No digas eso. Tienes un hermano al que estás empezando a conocer y necesitas la oportunidad de hacerlo, tienes un novio con el que acabas de empezar a vivir…
Rita: ¡No! ¿Tú también? ¡Ale no vive conmigo! ¡Y no me des la razón como a los locos en plan «Ajá, claro»!
Antonio: Vale. No lo haré. Sí vives con él. Lo que pasa es que ha sido todo tan rápido y estás tan despegada de tus propios problemas que aún ni te has dado cuenta.
Rita: No sé qué haría sin ti… pero te odio.
[Risas… muchas risas esa noche… me venía bien]
Antonio: Hay poca gente. Hoy cierro yo. Cuando llegue Pancho te vas.
Rita: ¿Pancho?
Antonio: Francisco.
[Más risas]

03:30 am. Llego a casa. Ale sigue ahí. Su cepillo también. Y su ropa, y su ordenador y su puñetera consola… Los platos del fregadero no.

Rita: ¿Has fregado?
Ale: Ya que vivo aquí tendré que hacer algo en la casa.
Rita: ¿Vives aquí?
Ale: mmm… sí… ¿no?
[…]
Rita: Ajá… claro…