El sistema está claro: el niño o niña hace infantil, primaria, secundaria, bachillerato y universidad… o, poco antes, opta por la vía de la formación profesional. Parece que la única elección en ello es entre centro público, concertado o privado (a eso, exclusivamente a eso, se refieren la mayor parte de los medios y de los políticos cuando hablan de «libertad de enseñanza», tendiendo a considerar, además, que las diferencias entre unos y otros son, principalmente, religiosas). Cualquier otra cosa tiende a considerarse «absentismo» o «fracaso escolar». Eso es el sistema. Pero no lo es todo.